martes, 24 de abril de 2007

¿Cuándo comienza, de verdad, el ciclo Basile?

Cuando llegue el momento de reconstruir la historia de esta segunda etapa de Alfio Basile al frente del seleccionado -allá por 2010, tal vez-, habrá que ver si no será necesario discutir cuál fue su verdadero punto de partida.

Por calendario, aunque duela, debería ser aquel arriesgado partido en Londres contra Brasil, nada menos, con una convocatoria de apuro y condicionada. Un partido afrontado de manera casi aventurera, sin entrenamientos y, en ese contexto, con resultado lógico.

Por trascendencia, y también por conveniencia, podría ser aquel primer gran triunfo de la era, contra Francia y en París. Más importante por el marco y el momento que por el rendimiento, aunque fundamental para corregir la peligrosa tendencia derrotista. Pero si lo que se tendrá en cuenta serán las convicciones del DT, entonces se podrán encontrar razones para elegir ese Argentina -Chile amistoso por el que tanto trabajó: a pesar de todos los contratiempos -desde el temporal hasta las lesiones- no perderá su valor simbólico y fundacional.

Será, por ejemplo, el primer encuentro en el que Basile dejará de sentirse un mero seleccionador para convertirse en entrenador.

Será, también, el primer compromiso que afronte con una formación integrada únicamente por jugadores "de acá", sin que este apelativo implique una desvalorización, sino todo lo contrario, y aún cuando la lamentable ausencia de Juan Sebastián Verón le quite algo de significativo peso.

Será, y no es poca cosa, el primer amistoso del seleccionado el país después de cuatro años. El último fue allá por julio de 2003, en el estadio de La Plata que recién se inauguraba y con un empate ante Uruguay del que Gabriel Milito no guardará seguramente un grato recuerdo. Pero más lejos en el tiempo hay que ir para encontrarse con la última exhibición en el interior del país: fue en 1999, en Córdoba, con un triunfo ante Colombia.
La intención, al menos la intención, es que el aporte de los ?de acá? al equipo no sea efímero y que la selección se reencuentre con la gente. Que se identifiquen.

Será el primer paso, finalmente, hacia ese mix ideal con el que Basile sueña y que lo enfrentará, dentro de poco, al mejor de los dilemas y, por qué no, a un nuevo punto de partida, tal vez el definitivo: cómo hacer convivir a los Carrizo con los Abondanzieri, a los Tuzzio y los Díaz con los Ayala y los Milito, a los Palacio, los Pavone y los Lavezzi con los Messi, los Crespo y los Tevez.

Para el DT será el momento, entonces, de seleccionar, sin que eso signifique excluir. Un verbo que, por ahora y afortunadamente, no se conjuga en la selección argentina.

No hay comentarios: